
A veces ocurre que terminas de ver una película y sales contento y feliz, has disfrutado. Otras veces ocurre que sales del cine con un mal cuerpo espantoso por culpa de lo que acabas de ver, pero igualmente sientes que has disfrutado porque has vivido una gran historia. Más o menos eso es lo que ocurre con Camino, el nuevo regalo de Javier Fesser para el cine español.
Cabía esperar mucho del paso que da el artífice de el Milagro de P.Tinto atreviéndose con un drama de los gordos, con una historia real y con la polémica que suscita el simple hecho de contar esta historia. Pues bien, no sólo no defrauda, sinó que se luce. Se nota que Fesser tiene ganas de contar lo que cuenta y de contarlo cómo lo cuenta; porque la intensidad que le da y el control que el director tiene sobre su proyecto son extraordinarios. Por este motivo no me parecen excesivas las dos horas y media que dura la película y me han gustado todas y cada una de las secuencias, por muy innecesarias que parezcan algunas. Fesser pincha y corta a su gusto, y da una clase excepcional de cine y de cómo contar y vivir una historia; así que no seré yo quién discuta su punto de vista.
Entrando propiamente en la película, Camino cuenta los últimos meses de la vida de una niña de doce años, que a su corta edad se encuentra con que debe afrontar, al mismo tiempo, su primer contacto con el amor, con la muerte y con la devoción religiosa de su família; lo que ciertamente constituye un triangulo bastante jodido.
La película luce en todo su esplendor cuando habla sobre los dos primeros puntos. La historia de amor de la muchacha con un chico al que realmente no conoce de nada es preciosa e inocente al mismo tiempo (al fin y al cabo es amor pre-adolescente), y resulta tremendamente enternecedora. Por otro lado, encontramos la dichosa situación de la enfermedad, que brinda los momentos más desgarradores del metraje al público. Y en medio del fregado, el Opus Dei.
Al principio todos los elementos combinan de forma sublime, vemos a una niña adoctrinada (por su madre) en unos valores enfermo-cristianos. Es inquietante y curioso ver cómo la muchacha es feliz con esas directrices, pero que sin saberlo se está haciendo mayor y descubre nuevos horizontes, de modo que se encuentra atrapada en tierra de nadie: entre el mundo que su madre le ha impuesto y que a ella no le gusta del todo; y el mundo que justo empieza a conocer, dónde hay otros hombres a parte de Jesucristo y hay más diversiones que la oración. Camino, la protagonista, nunca termina de entender esto, pero lo vive. Y llega a ser feliz con ello, a pesar de las presiones e intereses que pone la Iglésia en dirigir su vida. La niña ha conocido el amor en primera instancia, y pone toda su ilusión en este sentimiento nuevo, inexperto e inocente, porque es lo único que tiene y que tendrá, porqué es consciente de que va a morir y no es precisamente Dios el que ocupa sus últimos pensamientos.
De todas formas, no todo son flores porque no todo me ha gustado. El problema más gordo de la película lo encontramos en la contínua posición anti-Opus del film. No me ha gustado pensar repetidas veces, e incluso oír comentarios en la sala, que la Iglésia y su Dios se pueden ir a tomar por saco. Tampoco se trata de eso, creo yo, no es ni tiene que ser el eje importante de la película. La trama que gira entorno a la hermana mayor de Camino quizá cae demasiado en esta demagogia anti-eclesiástica y creo que se tendría que haber aprovechado más el vínculo y el amor que hay entre las hermanas. De todos modos, el magnífico trabajo de los actores que interpretan a gente del Opus, Carme Elias al frente, maquilla un poco esta posición dura y firme que adopta el director, ya que en ningún momento parece que se odien ni sientan asco de si mismos por los personajes que estan interpretando (y podrían hacerlo, de sobra).
Hablando de interpretaciones, me gustaría destacar al padre de Camino, Mariano Venancio. El Señor Súper de Mortadelo y Filemón, y nominado al Goya por mi desde ya. Su personaje es clave y su interpretación sublime, ya que cumple la difícil tarea de ser el nexo entre el espectador y la película, ya que su personaje evoluciona de la misma forma que lo hace el público a lo largo del metraje. Además, no puedo dejar de mencionar a la protagonista, Nerea Camacho. Con ella e Ibana Bakero (el Laberinto del Fauno) España se asegura un futuro cuanto menos prometedor en lo que actrices se refiere, porqué vaya una chica más brillante. Está encantadora en todo momento y tiene una expresividad enorme, envidiable diria yo. Tiene que aprender y trabajar mucho para ser una gran actriz, pero apunta maneras y talento le sobra.
Con todo esto, Camino se convierte en una película casi de culto para el cine español. Es una película diferente, por su atrevimiento y su fuerza bruta, además de un metraje narrado a las mil maravillas (con una descomunal lección de narrativa en el montaje de la última media hora). Es una historia triste y preciosa, desgarradora, dramática y llena de contenido. Es una película muy dura pero nada gratuïta. Y es que no podemos olvidar que está basada en hechos reales, no se hasta que punto es fiel porque la mano del director está presente en cada seqüencia; pero yo me creo esta historia. Quiero creerme esta historia. Porqué si no somos capaces de creer en algo así, por qué coño vivimos?
Cabía esperar mucho del paso que da el artífice de el Milagro de P.Tinto atreviéndose con un drama de los gordos, con una historia real y con la polémica que suscita el simple hecho de contar esta historia. Pues bien, no sólo no defrauda, sinó que se luce. Se nota que Fesser tiene ganas de contar lo que cuenta y de contarlo cómo lo cuenta; porque la intensidad que le da y el control que el director tiene sobre su proyecto son extraordinarios. Por este motivo no me parecen excesivas las dos horas y media que dura la película y me han gustado todas y cada una de las secuencias, por muy innecesarias que parezcan algunas. Fesser pincha y corta a su gusto, y da una clase excepcional de cine y de cómo contar y vivir una historia; así que no seré yo quién discuta su punto de vista.
Entrando propiamente en la película, Camino cuenta los últimos meses de la vida de una niña de doce años, que a su corta edad se encuentra con que debe afrontar, al mismo tiempo, su primer contacto con el amor, con la muerte y con la devoción religiosa de su família; lo que ciertamente constituye un triangulo bastante jodido.
La película luce en todo su esplendor cuando habla sobre los dos primeros puntos. La historia de amor de la muchacha con un chico al que realmente no conoce de nada es preciosa e inocente al mismo tiempo (al fin y al cabo es amor pre-adolescente), y resulta tremendamente enternecedora. Por otro lado, encontramos la dichosa situación de la enfermedad, que brinda los momentos más desgarradores del metraje al público. Y en medio del fregado, el Opus Dei.
Al principio todos los elementos combinan de forma sublime, vemos a una niña adoctrinada (por su madre) en unos valores enfermo-cristianos. Es inquietante y curioso ver cómo la muchacha es feliz con esas directrices, pero que sin saberlo se está haciendo mayor y descubre nuevos horizontes, de modo que se encuentra atrapada en tierra de nadie: entre el mundo que su madre le ha impuesto y que a ella no le gusta del todo; y el mundo que justo empieza a conocer, dónde hay otros hombres a parte de Jesucristo y hay más diversiones que la oración. Camino, la protagonista, nunca termina de entender esto, pero lo vive. Y llega a ser feliz con ello, a pesar de las presiones e intereses que pone la Iglésia en dirigir su vida. La niña ha conocido el amor en primera instancia, y pone toda su ilusión en este sentimiento nuevo, inexperto e inocente, porque es lo único que tiene y que tendrá, porqué es consciente de que va a morir y no es precisamente Dios el que ocupa sus últimos pensamientos.
De todas formas, no todo son flores porque no todo me ha gustado. El problema más gordo de la película lo encontramos en la contínua posición anti-Opus del film. No me ha gustado pensar repetidas veces, e incluso oír comentarios en la sala, que la Iglésia y su Dios se pueden ir a tomar por saco. Tampoco se trata de eso, creo yo, no es ni tiene que ser el eje importante de la película. La trama que gira entorno a la hermana mayor de Camino quizá cae demasiado en esta demagogia anti-eclesiástica y creo que se tendría que haber aprovechado más el vínculo y el amor que hay entre las hermanas. De todos modos, el magnífico trabajo de los actores que interpretan a gente del Opus, Carme Elias al frente, maquilla un poco esta posición dura y firme que adopta el director, ya que en ningún momento parece que se odien ni sientan asco de si mismos por los personajes que estan interpretando (y podrían hacerlo, de sobra).
Hablando de interpretaciones, me gustaría destacar al padre de Camino, Mariano Venancio. El Señor Súper de Mortadelo y Filemón, y nominado al Goya por mi desde ya. Su personaje es clave y su interpretación sublime, ya que cumple la difícil tarea de ser el nexo entre el espectador y la película, ya que su personaje evoluciona de la misma forma que lo hace el público a lo largo del metraje. Además, no puedo dejar de mencionar a la protagonista, Nerea Camacho. Con ella e Ibana Bakero (el Laberinto del Fauno) España se asegura un futuro cuanto menos prometedor en lo que actrices se refiere, porqué vaya una chica más brillante. Está encantadora en todo momento y tiene una expresividad enorme, envidiable diria yo. Tiene que aprender y trabajar mucho para ser una gran actriz, pero apunta maneras y talento le sobra.
Con todo esto, Camino se convierte en una película casi de culto para el cine español. Es una película diferente, por su atrevimiento y su fuerza bruta, además de un metraje narrado a las mil maravillas (con una descomunal lección de narrativa en el montaje de la última media hora). Es una historia triste y preciosa, desgarradora, dramática y llena de contenido. Es una película muy dura pero nada gratuïta. Y es que no podemos olvidar que está basada en hechos reales, no se hasta que punto es fiel porque la mano del director está presente en cada seqüencia; pero yo me creo esta historia. Quiero creerme esta historia. Porqué si no somos capaces de creer en algo así, por qué coño vivimos?
2 comentarios:
Ya se ve que, después del fracaso en taquilla (la 7ª película de la semana pasada, y eso que no había muchas más), a Fesser le interesa crear polémica antes del fin de semana.
Cometí el error de ir a ver Camino, lo cual sólo me hizo pasar un mal rato con una película larga, lenta y sangrienta. Estoy de acuerdo con los críticos: el tema se aborda lentamente y la película resulta como una patada en el estómago. Tuve que irme al cabo de dos horas de película… y todavía le quedaba lo peor, según me han contado.
La película ya está en la red para descargar. Os recomiendo que os la bajéis y gastéis ese dinero en unas buenas copas, en lugar de pasar un mal rato en el cine.
Gracias por la crítica. Como siempre, cuando la vea ya te diré que tenías razón en casi todo.
¡¡¡Qué raro se me hace verte escribir castellano!!! ¡Y contestarte aún más!
Per cert, a què ve? fer el blog més internacional? De moment ja tens un anònim que no sol passar-se per ací, encara funcionarà...
Besos!
Karla
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