






Si seguimos un orden cronológico, la primera gran película que encontramos en la filmografía del susodicho pseudoactor es Conan el Bárbaro (1982). John Milius adaptó para el cine el personaje creado por Robert E.Howard varias décadas atrás. Fue él quién le dio el papel protagonista a un joven y fornido Schwarzenegger, que no tenía que hacer nada más que repartir mamporrazos por doquier en una historia de bárbaros, muy violenta e impactante para la época. Este bautizo, y la posterior comunión con la secuela Conan el Destructor, no pasaron inadvertidos para James Cameron, quién encontró en Chuache al tipo ideal para dar vida a una de las criaturas más míticas del Sci-fi: el Terminator. Y así fue, Terminator (1984) marcó un hito y un referente en el género de ciéncia-ficción y en el cine en general, y “Chuache” estaba allí. Varios años más tarde, repitió papel en Terminator 2: el Juicio Final (1991), seguramente una de las mejores películas que se han hecho nunca, y allí estaba Chuache poniendo cara de nada y soltando balazos y frasecillas míticas para la historia.
Así pues, los años 80 descubrieron un hombretón que entraba perfectamente en el estereotipo de “héroe de acción” que tanto abundaba esa época, junto a los Bruce Willis, Steven Seagal, Jean-Claude Van Damme, Silvester Stallone, Chuck Norris o Mel Gibson. En esta década prolífica, Chuache tuvo sus oportunidades, que aprovechó en películas de culto como Depredador (1987) o Desafío Total (1990), y alguna cinta de acción de las buenas: Comando (1985).
No obstante, llegaron los 90 y la llama del cine de acción se fue apagando. Ahí Chuache empezó a meterse en proyectos en los que no encajaba ni haciendo palanca, comedias de medio pelo y chorradas por el estilo que van muy bien para el bolsillo, pero mal para una carrera digna, dentro de lo que cabe (no le pidas que gane un Globo de Oro al pobre). Aún así, Arnold tenía dos grandes bazas y dos directores que lo conocían a la perfección y sabían como sacarle jugo: James Cameron (Terminator 1 y 2) y John McTiernan (Depredador). Con ámbos protagonizó dos películas de acción nada convencionales, estrechamente ligadas con la comedia, y que además suponen los dos mejores trabajos de Chuache como actor.
El buen humor es un poderoso aliado, y en el momento en que el cine de acción puro y duro tira poco, no hay nada como ponerle sátira y auto-parodia al asunto para ganarse la simpatía del público. Con estos ingredientes nos llega El Último Gran Héroe (1993) de la mano del mencionado McTiernan. Realmente es una propuesta original, la conexión entre realidad y ficción y un héroe de acción que entra en el mundo real y pasa a ser vulnerable como cualquier humano. Además, hay guiños estelares como el cartel de Terminator 2, que en el mundo ficticio aparece con el rostro de Silvester Stallone (ya que allí Chuache es un super-policía en vez de un actor).
También con altas dosis de buen humor encontramos Mentiras Arriesgadas (1994), de James Cameron, seguramente el director talismán de Scharzenegger. Se trata de una cinta de acción vibrante y espectacular, que se hace simpática por la humanización del héroe protagonista que acaba mezclando su vida familiar utópica con su trabajo. Sin duda una mezcla explosiva que nos regala grandes escenas gracias, sobretodo, a una brillante Jamie Lee Curtis.
En resumen, esta sería la cara amable de la trayectoria de Arnold Schwarzenegger en el mundo del cine, según mi opinión mucho más relevante que la cara mala (muy mala). En su vida política, por motivos obvios, prefiero no entrar. Sin duda es un mal actor, horrible, de hecho; pero tiene la innegable virtud de vender lo que promete, y en buenas manos nos ha regalado grandes momentos y grandes películas. Su parte de mérito tendrá, digo yo.

Podria parlar detingudament de l’eminent Antonio -publicity- Noguero, però aquesta secció de Grans Personatges està reservada a personatges de ficció i així seguirà fins que a mi En poques paraules, podríem dir que Dexter Morgan és el dolent bo. Es tracta d’un especialista forense que treballa per la policía de Miami analitzant mostres de sang, però amb la curiosa afició d’assassinar a sang freda en les seves estones lliures. De fet no és una afició, és una necessitat. El pobre, quan era un nen petit, va ser trobat a l’escena d’un crim cobert de sang: havien assassinat en plan bèstia a la seva mare davant seu, cosa que l’hi va causar un profund trauma i li va forjar una personalitat més aviat monstruosa. Bé, “personalitat” és un dir, perquè el noiet des de petit que té sed de sang i la imperiosa necessitat de matar, l’unica cosa que li pot generar alguna emoció.
D’això se n’adona el seu pare adoptiu, el policia que el troba a l’escena del crim, i com a bon pare intenta educar el seu fill per tal que aquest sigui capaç de dosificar els seus capricis i, d’alguna manera, treure’n una utilitat. El papa l’educa perquè aprengui a escollir les seves víctimes (criminals que han sortit impunes “gràcies” al sistema judicial) i perquè prengui les mesures necessàries per no ser descobert. Aquesta part inclou la construcció d’un caràcter que realment no té, perquè resulti simpàtic, tingui amics, nòvia i, en definitiva, perquè fingeixi que té una vida normal. I el cas és que ho aconsegueix de sobres, perquè Dexter realment és un paio la mar d’encantador que a tots ens encantaria tenir com a amic.
Amb tot això, la sèrie posa a prova constantment els dos Dexters, el que és i el que fingeix ser, i li va donant nous matissos a un personatge molt definit i en constant evolució. Especial menció té una tercera temporada absolutament extraordinària.
Val a dir que el fet de ser un personatge de sèrie fa que sigui molt més fàcil construir-lo i aprofitar-lo fins a la última góta, però no treu mèrit a que en aquest cas s’hagi dibuixat un ésser amb unes possibilitats enormes a qui no l’hi acompanyen prou els secundaris. Tot al contrari que al Dr.House, el qual també trobo fantàstic, però que en un parell de temporades va esgotar tot el que podia donar de sí fins a convertir-se, a l’espera d’una poc probable sorpresa, en un rastre cada cop més perdut del que va ser.